miércoles, 6 de junio de 2012

-La invención de Morel, Adolfo Bioy Casares, 1940.

Toda la novela está relatada en primera persona a forma de diario escrito por un hombre fugitivo de la ley, que gracias a la información de un comerciante chino ha llegado remando a una isla donde por rumores de que en esta hay una infecciosa enfermedad se cree abandonada desde 1929. En la isla el hombre encuentra tres construcciones abandonadas: Un museo, una capilla y una alberca. Todas de una arquitectura moderna. Explorando el hall del museo toma de la mesa un libro (Belidor: Travaux-Le Moulin Perse), que guarda en su bolsillo. Describiendo el sótano del museo, encuentra dos grandes máquinas, a las cuales el hombre les encuentra semejanza a una bomba para sacar agua y una usina de luz, las enciende esa misma tarde. A la noche siguiente el Fugitivo que se encuentra durmiendo a la orilla de la isla, es despertado por el sonido de un fonógrafo, que reconoce como la canción ¨Té para dos¨. Su sorpresa es más grande al darse cuenta que cerca de las construcciones se pueden percibir siluetas de figuras humanas bailando al son de esta canción. Era un grupo de aproximadamente 15 personas que bailaban debajo de las construcciones. Durante varios días el hombre se encarga de espiar a este grupo de personas, principalmente a una joven (Faustine) que contempla la puesta de sol todas las tardes en el acantilado. El hombre la observa cada tarde por días, hasta que desarrolla un amor por ella. El fugitivo desesperado decide exponerse a ella y manifestarle algunas palabras, pero cuando lo hace la mujer permanece inmutable ante su presencia.. A pesar de ser totalmente ignorado el fugitivo sigue espiando día tras día a Faustine, de tal modo que logra escuchar conversaciones que esta tiene con su amigo Morel, llevadas a cabo en el mismo acantilado donde se sienta a contemplar la puesta de sol cada tarde. El hombre describe las conversaciones como monótonas y repetitivas. Una tarde en el hall del museo encuentra en la mesa el mismo libro que había tomado día antes, atónito por eso y por la serie de eventos extraños que se han desarrollado en los últimos días, el fugitivo no sabe si es víctima de alucinaciones. No encuentra una verdadera explicación de lo que está sucediendo ahí, pero tiene la certeza de que Morel está detrás de todo. Una noche Morel cita en el comedor a todo el grupo de personas que se repentinamente habitaron la isla, el fugitivo decide espiar dicha reunión. Ya allí Morel toma la palabra diciendo: “Había resuelto no decirles nada, pero como son amigos tienen derecho a saber. Mi abuso consiste en haberlos fotografiado sin autorización. Es claro que no es una fotografía como todas; es mi último invento. Nosotros viviremos en esa fotografía, siempre. Imagínense un escenario en que se representa completamente nuestra vida en estos siete días. Nosotros representamos. Todos nuestros actos han quedado grabados”. Aquí es donde Adolfo Bioy nos revela todo el misterio de libro, dejando ver que todas esas personas que un día aparecieron en la isla, no son mas que reproducciones del mismo grupo que estuvo ahí en 1929. Plasmados y reproducidos por aquella maquina inventada por Morel la cual en un principio pensamos como la bomba de agua y la usina de luz. La maquina tiene un efecto secundario pues después de haber captado y posteriormente reproducir todas las figuras vivientes, estas pierden su esencia y mueren al poco tiempo de haber sido plasmadas en la maquina. El fugitivo al darse cuenta de todo esto tiene una serie de reflexiones las cuales lo llevan a auto grabarse a lado de Faustine para así poder estar con ella toda la eternidad aunque esto le cueste la vida.

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